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El incremento del precio de los alimentos no responde únicamente a aspectos coyunturales. Parece tener raíces variadas, complejas y estructurales que requieren decisiones y cambios relevantes.

Los acontecimientos de los últimos meses dan la impresión de que nadie parece capaz de controlar los factores que condicionan el alza de los precios de los alimentos. La propia FAO, que declaraba en verano de 2010 que los precios de los alimentos estaban lejos del máximo histórico de junio de 2008 y que no había razones para pensar que iban a incrementarse tanto, señaló a comienzos de 2011 que el índice de precios de los alimentos ha sobrepasado aquel máximo histórico. Esto tiene un enorme impacto en las poblaciones que deben destinar entre el 60 y el 80 % de sus ingresos a la alimentación.

Algunos de los factores que producen el alza de precios actúan por el lado de la oferta: el encarecimiento de los recursos productivos, especialmente los derivados del petróleo; la sequía en China o en Rusia y la decisión del Gobierno ruso de suspender hasta final de 2011 las exportaciones de trigo y otros cereales; o las inundaciones y consiguiente pérdida de cosechas en otros países, como Australia, cuarto exportador mundial de trigo. Las alteraciones medioambientales provocadas a nivel global por el cambio climático tienen seguramente mucho que ver con algunos de estos fenómenos.

Otros factores, sin embargo, tienen que ver con la demanda de alimentos. Ésta no responde únicamente a la lógica del número de bocas que hay que alimentar, sino que se ve afectada por movimientos especulativos financieros, por políticas energéticas, por cambios en los patrones alimentarios de la población.

Tras la decisión rusa de suspender las exportaciones de cereales hasta final de 2011, tomada entre julio y agosto, en septiembre el precio del trigo en la bolsa de futuros de Chicago se incrementó más del 60 %. En estos últimos años el interés de los inversores financieros por las materias primas alimentarias ha crecido de forma exponencial. La organización GRAIN señalaba en un informe que, mientras en 2000 el monto global de inversiones financieras en este sector ascendía a unos 5.000 millones de dólares, en 2007 llegó a los 175.000 millones. Los movimientos especulativos sobre las materias alimentarias tienen mucho que ver con las subidas de precios; el Parlamento Europeo señaló en una resolución de mediados de enero pasado que “los movimientos especulativos son responsables de casi el 50 % de los recientes aumentos de precios”.

http://www.canalsolidario.org/noticia/crisis-alimentaria-coyuntural-o-estructural/25968

Entrevista a Esther Vivas, coautora del libro “Del Campo al Plato” (Ed. Icaria, 2009)
Enric Llopis
Rebelión

Comprar en una gran superficie un kilogramo de azúcar, un litro de leche o un paquete de galletas puede parecer un acto de lo más cotidiano. Pero bajo esta apariencia inocua subyace la relevancia política de nuestras acciones, incluso las más inocentes. Esther Vivas, activista social, por la soberanía alimentaria y militante del movimiento antiglobalización, alerta sobre la primacía del capital privado a la hora de imponer gustos, marcas y productos. Junto a Xavier Montagut ha publicado los libros “Del Campo al Plato”, “Adónde va el comercio justo” y “Supermercados, no gracias”.

Eres coautora del libro “Del Campo al Plato” (Ed. Icaria, 2009). ¿Opinas que nos están envenenando?

El modelo de producción de alimentos antepone intereses privados y empresariales a las necesidades alimentarias de las personas, a su salud y al respeto al medio ambiente. Comemos lo que las grandes empresas del sector quieren. Hoy hay el mismo número de personas en el mundo que pasan hambre que personas con problemas de sobrepeso, afectando, en ambos casos, a los sectores más pobres de la población tanto en los países del norte como del sur. Los problemas agrícolas y alimentarios son globales y son el resultado de convertir los alimentos en una mercancía.

925 millones de personas en el mundo padecen hambre. ¿Constituye ello una prueba del fracaso del capitalismo agroindustrial?

Sí. La agricultura industrial, kilométrica, intensiva y petrodependiente se ha demostrado incapaz de alimentar a la población, a la vez que ha tenido un fuerte impacto medioambiental reduciendo la agrodiversidad, generando cambio climático y destruyendo tierras fértiles. Para acabar con el hambre en el mundo no se trata de producir más, como afirman los gobiernos y las instituciones internacionales. Por el contrario, hace falta democratizar los procesos productivos y propiciar que los alimentos estén disponibles para el conjunto de la población.

Las empresas multinacionales, la ONU y el FMI proponen una nueva “revolución verde”, alimentos transgénicos y libre comercio. ¿Qué alternativa puede plantearse desde los movimientos sociales?

Hace falta recuperar el control social de la agricultura y la alimentación. No puede ser que unas pocas multinacionales, que monopolizan cada uno de los tramos de la cadena agroalimentaria, acaben decidiendo lo que comemos. La tierra, el agua y las semillas han de estar en manos de los campesinos, de aquéllos que trabajan la tierra. Estos bienes naturales no han de servir para hacer negocio, para especular. Los consumidores hemos de poder decidir qué comemos, si queremos consumir productos libres de transgénicos. En definitiva, hay que apostar por la soberanía alimentaria.

¿Podrías definir el concepto de “soberanía alimentaria”?

Consiste en tener la capacidad de decidir sobre todo aquéllo que haga referencia a la producción, distribución y consumo de alimentos. Apostar por el cultivo de variedades autóctonas, de temporada, saludables. Promover los circuitos cortos de comercialización, los mercados locales. Combatir la competencia desleal, los mecanismos de dumping, las ayudas a la exportación. Conseguir este objetivo implica una estrategia de ruptura con las políticas de la Organización Mundial del Comercio (OMC).

Pero reivindicar la soberanía alimentaria no implica un retorno romántico al pasado, sino que, por el contrario, se trata de recuperar el conocimiento de las prácticas tradicionales y combinarlas con las nuevas tecnologías y saberes. Asimismo, no consiste en un planteamiento localista sino de promover la producción y el comercio local, en la que el comercio internacional funcione como un complemento del anterior.

Afirma “Vía Campesina” que hoy comer se ha convertido en un “acto político”. ¿Estás de acuerdo?

Completamente. Lo que comemos es resultado de la mercantilización del sistema alimentario y de los intereses del agrobusiness. La mercantilización que se está llevando a cabo en la producción agroalimentaria es la misma que afecta a otros muchos ámbitos de nuestra vida: privatización de los servicios públicos, precarización de los derechos laborales, especulación con la vivienda y el territorio. Es necesario anteponer otra lógica y organizarse contra el modelo agroalimentario actual en el marco del combate más general contra el capitalismo global.

¿Estamos en manos de las grandes cadenas de distribución? ¿Qué implica y qué efectos tiene este modelo de consumo?

Hoy, siete empresas en el estado español controlan el 75% de la distribución de los alimentos. Y esta tendencia va a más. De tal manera que el consumidor cada vez tiene menos puertas de acceso a la comida y lo mismo le pasa al productor a la hora de acceder al consumidor. Este monopolio otorga un control total a los supermercados a la hora de decidir sobre nuestra alimentación, el precio que pagamos por lo que comemos y cómo ha sido elaborado.

¿Sirven las soluciones individualistas para romper con estas pautas de consumo?

La acción individual tiene un valor demostrativo y aporta coherencia, pero no genera cambios estructurales. Hace falta una acción política colectiva, organizarnos en el ámbito del consumo, por ejemplo, a partir de grupos y cooperativas de consumo agroecológico; crear alternativas y promover alianzas amplias a partir de la participación en campañas contra la crisis, en defensa del territorio, foros sociales, etcétera.

También es necesario salir a la calle y actuar políticamente, como en su momento se hizo con la campaña de la Iniciativa Legislativa Popular contra los transgénicos impulsada por “Som lo que Sembrem”, porque, como se ha visto en múltiples ocasiones, aquellos que están en las instituciones no representan nuestros intereses sino los privados.

Kyoto, Copenhague, Cancún. ¿Qué balance general puede hacerse sobre las diferentes cumbres acerca del cambio climático?

El balance es muy negativo. En todas estas cumbres han pesado mucho más los intereses privados y el corto plazo que no la voluntad política real para acabar con el cambio climático. No se han tomado acuerdos vinculantes que permitan una reducción efectiva de los gases de efecto invernadero. Al contrario, los criterios mercantiles han sido una vez más la moneda de cambio, y el mecanismo de comercio de emisiones es, en este sentido, el máximo exponente.

En Cancún ha hecho fortuna la idea de “adaptación” al cambio climático. ¿Se esconden detrás los intereses de las compañías multinacionales y de un supuesto “capitalismo verde”?

Así es. En lugar de dar soluciones reales, se opta por falsas soluciones como la energía nuclear, la captación de carbón de la atmósfera para su almacenamiento o los agrocombustibles. Se trata de medidas que lo único que hacen es agudizar aún más la actual crisis social y ecológica y, eso sí, proporcionar cuantiosos beneficios a unas pocas empresas.

El Movimiento por la Justicia Climàtica trata de ofrecer alternativas. ¿Cómo nace y cuáles son sus principios?

El Movimiento por la Justícia Climàtica hace una crítica a las causas de fondo del cambio climático, cuestionando el sistema capitalista y, como muy bien dice su lema, trata de “cambiar el sistema, no el clima”. De este modo expresa esta relación difusa que existe entre justicia social y climàtica, entre crisis social y ecológica.

El movimiento ha tenido un fuerte impacto internacional, sobre todo a raíz de las protestas en la cumbre del clima de Copenhague y, más recientemente, en las movilizaciones de Cancún. Ello ha contribuido a visualizar la urgencia de actuar contra el cambio climático. El reto es ampliar su base social, vincularlo a las luchas cotidianas y buscar alianzas con el sindicalismo alternativo.

¿La solución es cambiar el clima o cambiar el sistema capitalista?

Hace falta un cambio radical de modelo. El capitalismo no puede solucionar una crisis ecológica que el sistema mismo ha creado. La crisis actual plantea la necesidad urgente de cambiar el mundo de base y hacerlo desde una perspectiva anticapitalista y ecologista radical. Anticapitalismo y justicia climàtica son dos combates que han de ir estrechamente unidos

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=121570&titular=%93comemos-los-que-nos-dicen-las-grandes-empresas-agroalimentarias%94-

 

JOSEP M. SARRIEGUI 06/03/2008. EL PAÍS


Jardinería y guerrilla. Quién iba a decir que estas dos palabras, tan antagónicas, podrían ir unidas. Y sí, eso sucede en un movimiento que, aunque ya tiene cierta historia detrás, toma fuerza inusitada gracias a Internet, extendiéndose a innumerables confines del globo. Para hacerse una idea acerca de qué va esto, sólo hay que visitar el blog de algunos de sus promotores. Guerrilla Gardening (literalmente, Jardinería de guerrilla) es su nombre y, aunque en inglés, lo entiende cualquiera por su recurso a dejar constancia fotográfica de sus acciones, como gran mural periodístico.

El movimiento consiste en plantar árboles y arbustos, o bien crear pequeños jardines, en espacios urbanos degradados. Guerrilla Gardening nació en Londres y su entorno y se trata, como dicen sus artífices, de realizar actos de subversión pacífica, con los que «extender la guerra contra la negligencia» en aquellas zonas públicas más deterioradas. Para lograr sus propósitos recurren a las semillas y la jardinería, una fórmula de agitación y propaganda política cuando menos curiosa, y nada dañina.

En la bitácora, yendo a su sección Troop Digs (juego de palabras traducible por «Cultivos de la tropa» o «Trincheras de la tropa») puede uno darse cuenta de la extensión que está tomando la iniciativa. Desde California a Zúrich, desde Irlanda a Milán, pasando por Berlín, Chicago, Montreal, Brisbane (Australia) y Granada (España), entre otras muchas localizaciones, las acciones de guerrilla jardinera se multiplican imparables. La agrupación Jóvenes por la Ecología de Asturias ya se ha apuntado al movimiento, un activismo urbano que para triunfar sólo necesita unas armas muy inocuas, palas y semillas, con las que sacarles los colores a tantas áreas deshumanizadas.

 

 

 

www.guerrillagardening.org

fuente: http://www.elpais.com/articulo/semana/Jardineria/guerrilla/elpeputeccib/20080306elpciblse_9/Tes

En el seno de la Vía Campesina, nace y sigue construyéndose el concepto de Soberanía Alimentaria, como reacción a las tesis neoliberales y al proceso globalizador depredador, y como alternativa al actual modelo capitalista. Desde su nacimiento, en 1996, se ha convertido en una propuesta alternativa de desarrollo (o al desarrollo), finalmente basada en la solidaridad entre los pueblos y en su derecho a la autodeterminación.

El curso profundiza en el actual modelo agroalimentario en todas sus dimensiones y, desde ahí, la resistencia y alternativa que supone la Soberanía Alimentaria.

Junto a los aspectos más teóricos, se estudian experiencias concretas y la diversidad de estrategias a través de las cuales se está construyendo la Soberanía Alimentaria en los territorios. Se pretende, ante todo, despertar o seguir promoviendo la conciencia crítica del estudiante.

Duración 50h aprox.
Precio 20 euros para personas vinculadas a ISF, 40 euros para el resto de participantes
Fecha del 21 de Febrero al 13 de mayo de 2011
Se precisa de dedicación rigurosa por parte del estudiante.

http://www.isf.es/menu_actividad/act_cursos.php?submenu=405&$sesion_idioma=1&$menu=2&identifica=educacion&nombrexml=109&listCurso=14083

Monsanto

Publicado: enero 23, 2011 en SOBERANÍA ALIMENTARIA, VÍCTIMAS Y VERDUGOS

Hambre y obesidad

Publicado: agosto 17, 2010 en SOBERANÍA ALIMENTARIA

 

Entrevista a Esther Vivas

-Aumentan la desnutrición y la obesidad al mismo tiempo. Estas dos historias, ¿tienen un mismo origen?

-  El hambre y la obesidad son dos caras de una misma moneda, de un sistema agroalimentario privatizado y mercantil. Hoy, la producción agrícola ya no responde a nuestras necesidades alimentarias sino que está supeditada a los intereses económicos de la industria agroalimentaria. Esta lógica nos ha conducido a una situación de grave crisis alimentaria, donde una de cada seis personas en el mundo pasa hambre, a pesar de que se produce más que en cualquier otro período en la Historia, pero, si no tienes suficiente dinero para pagar el precio de los alimentos, no comes. Esto es lo que sucedió con el estallido de la crisis alimentaria de los años 2007 y 2008, con un aumento espectacular de los precios.

Una situación de hambruna que persiste en la actualidad. Al mismo tiempo, los alimentos se producen, se transforman y se distribuyen al menor coste empresarial posible, explotando a todos los actores que participan en la cadena comercial de origen a fin y estableciendo un alto diferencial entre el precio pagado en origen y en destino.

Esto repercute también en la calidad de los alimentos, ya que su objetivo ya no es alimentarnos de una forma saludable sino reducir su coste productivo. La mayor parte de los alimentos que comemos están altamente procesados, con una cantidad importante de aditivos (colorantes, edulcorantes, preservantes), transgénicos… y esto repercute en nuestra salud, generando graves problemas cardiovasculares, de colesterol, obesidad, alergias, entre otros. Y son, mayoritariamente, las familias con menores recursos económicos quienes sufren las consecuencias de este modelo alimentario.

-Determinados estudios científicos muestran que comer productos refinados, con azúcares, saturados de grasas… productos que están, a su vez, cargados de residuos tóxicos… expone nuestro organismo a sustancias químicas que pueden actuar como disruptores hormonales que inhiben la capacidad de nuestros cuerpos de autoregular su peso. Pero, en realidad, los mejores alimentos no son los más caros… ¿La soberanía alimentaria es algo más que el derecho a comer lo suficiente para sobrevivir?

-  Efectivamente. La soberanía alimentaria no sólo exige que todo el mundo tenga acceso a los alimentos, sino que también plantea un modelo de producción, distribución y consumo que sitúe en su centro al pequeño campesinado y nuestro derecho a comer alimentos sanos y saludables.

La soberanía alimentaria pone patas arriba la lógica deslocalizadora, intensiva, quilométrica, petrodependiente… que rige al sistema agroalimentario global, poniendo en cuestión la privatización de los bienes naturales (el agua, la tierra, las semillas…) y el monopolio empresarial en toda la cadena alimentaria, así como la connivencia política e institucional con el mismo.

La soberanía alimentaria exige tierra para quien la trabaje, semillas para quien las cultive, alimentos saludables y de proximidad para quien los consuma. En definitiva, reapropiarnos de los mecanismos de producción y distribución de alimentos, que nunca hubiesen tenido que sernos expoliados.

-Si tanto la izquierda con sus modelos antitradicionalistas y la derecha con sus modelos neoliberales se han cargado a las familias… ¿cómo los niños pueden aprender a alimentarse si no hay vida en familia, alimentación en familia?

-  El modo cómo nos alimentamos también ha sufrido un cambio radical. La alimentación de nuestros abuelos y abuelas poco tiene que ver con la nuestra, y tampoco han pasado tantos años. Hemos perdido en diversidad agroalimentaria, conocimiento y calidad y somos muy poco conscientes de ello. Esto tiene su faceta más dramática en los países del Sur gravemente golpeados por la crisis alimentaria, aunque también nos afecta aquí, en el Norte.

Nos venden la moto de que en los supermercados podemos encontrar una amplia gama de alimentos. Pero la realidad es otra muy distinta. En el Estado español, siete empresas controlan el 75% de la distribución de la comida y esta tendencia va al alza, y en casi todos los supermercados encontramos los mismos productos. ¿Dónde está entonces tal variedad? Tenemos que recuperar el control en la producción, la distribución y el consumo de alimentos y el saber alimentario.

-El derecho internacional garantiza la soberanía interna y externa de un Estado. Pero, ¿quién garantiza su soberanía alimentaria?

-  La soberanía alimentaria debería de estar garantizada por los estados, pero hoy en día los dictados de la Organización Mundial del Comercio, el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, con el beneplácito de los gobiernos de los distintos países, dejan la economía, la alimentación, el bienestar, la salud, el medio ambiente… en manos del mercado. Es necesario y urgente cambiar estas políticas, pero para hacerlo es fundamental una correlación de fuerzas favorable en manos de “los de abajo”, las y los resistentes. Hay que trabajar en esta dirección.

-Lo que llega al supermercado, las ofertas de la semana, lo que al final llega a nuestro plato… ¿de qué depende? O, mejor dicho, ¿quién lo decide?

-  Si partimos de que la población campesina tiende a desaparecer, que en el Estado español tan sólo un 5% de la población activa trabaja en el campo, que se vive una creciente “descampesinización”… Entonces, ¿de quién depende nuestra alimentación? La respuesta es clara: multinacionales como Cargill, Monsanto, Nestlé, Carrefour, Alcampo, entre muchas otras, acaban determinando qué se consume, cómo, de dónde proviene y qué se paga. Por lo tanto, nuestro derecho a la alimentación, como hemos visto con la crisis alimentaria global, está gravemente amenazado.

-La Generalitat está prohibiendo que en los colegios entre la comida basura mientras que en sus medios de información se publicitan todo tipo de productos presuntamente alimentarios muy nocivos para la infancia… ¿Lo correcto no sería hacer como en Alemania o Italia en cuyos colegios ya existe la alimentación ecológica en un gran porcentaje, de carácter local y campesina?

-  Podríamos decir que existe una doble moral. Desde las administraciones públicas se publicita la agricultura ecológica, pero sus políticas agrarias se supeditan a los intereses de la industria agroalimentaria. Pongamos un ejemplo. En Catalunya, a lo largo del año 2009, la plataforma Som lo que Sembrem recogió más de cien mil firmas impulsando una Iniciativa Legislativa Popular contra los transgénicos, pero cuando ésta llegó al Parlamento catalán fue rechazada. Los parlamentarios se plegaron a los intereses empresariales protransgénicos.

Catalunya y Aragón son las zonas de Europa con una mayor producción de transgénicos, incluso con variedades prohibidas en otros países europeos. La administración pública puede seguir hablando de agricultura ecológica, pero si no se prohíben los transgénicos, tarde o temprano, con una falsa coexistencia, la agricultura convencional y ecológica desaparecerán.

Las experiencias de comedores ecológicos en Italia son iniciativas a tener muy en cuenta y a seguir, a la vez que son una de las principales fuentes de viabilidad de la agricultura ecológica y campesina italiana. Tomemos nota.

*Entrevista realizada por Pablo Bolaño y publicada en The Ecologist, nº41.
http://esthervivas.wordpress.com

http://http://www.consumehastamorir.com/

VÍDEO | UNA DIVERTIDA VERSIÓN DE LA GUERRA DE LAS GALAXIAS

Un vídeo de animación hecho con verduras que, emulando los personajes de la película ’La Guerra de las Galaxias’, muestra la problemática de la producción y venta de alimentos hoy en día y reivindica la soberanía alimentaria y unos alimentos sanos.

http://www.diagonalperiodico.net/EL-LADO-OSCURO-DE-LA-GRANJA.html

 
Decía Rodolfo Walsh, «Vuelva a sentir la satisfacción moral de un acto de libertad». Y de justicia. El próximo domingo, 18 de julio, se cumplen 5000 días del acuerdo más importante de la historia en la lucha contra el hambre. www.5000dias.org (Entra en la página y actúa). Se trata de la Cumbre de la Alimentación de Roma donde los Estados se comprometieron a reducir el hambre a la mitad para 2015. En vez de reducirse, el hambre ha aumentado un 25% (ya son 1020 millones de personas hambrientas). Por eso, la Campaña «Derecho a la Alimentación URGENTE» está haciendo un llamamiento a la ciudadanía para que se movilice ese día y acuda a las 11:00 horas, a la Plaza del Museo Reina Sofía de Madrid para realizar una ‘platada’. En vez de cacerolas, golpearemos platos de comida para recordar que los acuerdos están incumplidos y que el hambre no es un problema de falta de alimentos, sino de voluntad política.
 
Tenemos que ser muchas personas las que que digamos que ya está bien de acuerdos incumplidos. Tenemos que llenar esa plaza.
 
Por favor, confirma tu asistencia a este correo info@derechoalimentacion.org y reenvía la información a tus contactos.
Muchas gracias.
 
 

‘PLATADA’ DE PROTESTA EN EL CENTRO DE MADRID

Día y hora: Domingo, 18 de julio, a las 11:00 horas
Lugar: Plaza del Museo Reina Sofía de Madrid (Metro Atocha)

ATENCIÓN TV Y GRÁFICOS

Habrá imagen representativa de cientos de personas golpeando platos de comida mientras se leen los incumplimientos de la Cumbre de la Alimentación en Roma.

ATENCIÓN MEDIOS DIGITALES

Ponemos a vuestra disposición el vídeo “5000 días de incumplimiento” de un minuto de duración.

MÁS INFORMACIÓN Y ENTREVISTAS

Marta Caravantes – (918429780 / 661007505): comunicacion@derechoalimentacion.org
Cristina Gª Cachón – (915533591): c.garcia@prosalus.es

 
 
 

Soñamos Haití

Publicado: junio 22, 2010 en Ocio, SOBERANÍA ALIMENTARIA

 

Todo está preparado para la gran Fiesta concierto por Haití que Solidaridad Internacional realizará el próximo viernes 2 de Julio en la Sala Imperio Pop (Calle de Fermín Caballero nº6, Madrid, metro Herrera Oria).  Si lo que buscas es una fiesta diferente, con mensaje y un trasfondo solidario ¡no te la pierdas!

El objetivo del evento es dar a conocer y apoyar la labor que la organización está llevando a cabo en Haití y la República Dominicana. Para ello se mostrará una exposición de fotografías haitianas y proyectará el documental Un día en Anse-à-Pitres acerca de la soberanía alimentaria en Haití. Además, el dinero recaudado[i] se destinará a los proyectos que se están desarrollando en el país.

Acércate a la fiesta, conoce la realidad haitiana y participa de las alternativas que propone Solidaridad Internacional. Disfruta de una estupenda música en los conciertos de diferentes grupos, comida y productos de Comercio Justo y más actividades que sorprenderán a todo el que vaya.

¡Te esperamos!


[i] EL precio de la entrada es de 10 Euros con derecho a una consumición (una copa o dos vino – cervezas). Las entradas podrán adquirirse de forma anticipada en la página de Solidaridad Internacional (www.solidaridad.org) y de la sala Imperio Pop (www.imperiopop.net).

Los agricultores brasileños utilizan 10 sustancias vetadas en otros países

JUAN ARIAS  31/05/2010

Brasil se está convirtiendo en un basurero para productos agrícolas tóxicos prohibidos en Estados Unidos y Europa. La alarma la dio ayer Rosany Bocher, coordinadora del Sistema Nacional de Información Tóxico-farmacológica de la Fundación Oswaldo Cruz al periódico brasileño O Estado de São Paulo. «Estamos consumiendo la basura que otras naciones rechazan», afirmó, y recordó que el metamidofos, prohibido en la Unión Europea, China, India y Paraguay, se sigue utilizando aquí. Brasil se ha convertido en el destino principal de productos prohibidos en otros países. En este momento, los agricultores brasileños utilizan 10 sustancias rechazadas por la Unión Europea y Estados Unidos, según estudios realizados por la

Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria (Anvisa), creada en 2002 para la vigilancia del uso de productos tóxicos. Desde su fundación, Anvisa ha conseguido que se prohibieran cuatro productos. En 2008, la agencia elaboró una nueva lista de productos que deberían ser vetados, pero la burocracia e intereses políticos y económicos han logrado que sustancias que no se utilizan en otros países se sigan usando en Brasil.

Algunos de estos productos, como el metamidofos, el acetato y el endosulfán, causan graves perjuicios a la salud. El endosulfán, un pesticida, daña el sistema endocrinológico. Según datos del Ministerio de Comercio Exterior, Brasil importó en 2008 al menos 1.840 toneladas de este producto, y el año pasado, la cifra aumentó a 2.370 toneladas.

Además, las fábricas brasileñas de productos agrícolas tóxicos cometen graves fallos en la aplicación de las reglas sanitarias, hasta el punto de que seis de las siete industrias del ramo se han visto obligadas a parar su producción tras las inspecciones sanitarias. Los productos que no han sido prohibidos ocupan el cuarto lugar en intoxicaciones en el país. En 2008 fueron registrados 6.200 casos provocados por estas sustancias que, entre otras enfermedades, causan problemas hepáticos, hormonales, neurológicos, reproductivos y cáncer.

http://www.elpais.com/articulo/internacional/Brasil/principal/destino/productos/agricolas/toxicos/elpepuint/20100531elpepuint_2/Tes